Una vez demostradas las dos primeras sustancias; es decir, pensante y ser infinito, Descartes intenta demostrar la existencia de cosas materiales. Se pregunta entonces el origen de las ideas de las cosas sensibles. ¿De DÓNDE proceden? ¿Qué CAUSA las ha creado? Descartes afirma que NO puede ser él la causa de esas ideas, porque muchas veces se presentan en contra de nuestros deseos. Sin embargo, tampoco pueden venir de Dios, puesto que Dios le habría dado la facultad para concebir algo así. Por lo tanto, son las ideas corpóreas las que provocan tales ideas, las cosas corpóreas EXISTEN.
Por lo que, Dios existe, es un ser perfecto y todo lo que hay en nosotros procede de él. Dios es la garantía de que las ideas adventicias tiene una correspondencia en el mundo exterior, en la realidad FUERA DEL ENTENDIMIENTO.
Surge así la extensión, movimiento. La extensión es el atributo de la res extensa; el pensamiento, el de la res cogitans, y la perfección, el de la res infinita. Descartes distingue entonces tres tipo de ideas innatas:
El cogito ergo sum distingue la sustancia pensante y la sustancia extensa en el ser humano; el alma es lo primero que se descubre. Lo que nos distingue de los demás es que somos conscientes de que pensamos. Por ejemplo, cuando consumimos en exceso elementos como el alcohol, sabemos lo que
estamos haciendo. En realidad, somos concientes de que algo podría salir mal, pero ignoramos esa ideas por el deseo de pasarlo bien.
EL SER HUMANO ESTÁ COMPUESTO DE CUERPO Y ALMA. Las dos sustancias están estrechamente unidas. Descartes sitúa la unión entre ambas sustancias en la glándula pineal. Descartes era mecanicista, creía que el ser humano era mecánico, lleno de engranajes. Ya que en aquella época estaba prohibida la autopsia.
Los grandes racionalista de la época, Spinoza y Leibniz, junto con Descartes, no pudieron hallar respuesta a las cuestiones como, ¿Cómo puede ser el cuerpo frente al sufrimiento del alma? Posteriormente se encargan de hallarle explicación.